Ro. 16:17 - Ahora bien, os exhorto, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.

2 Ti. 2:25 - Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad

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Principios en cuanto a la mesa del Señor
con miras a la unidad del Cuerpo de Cristo

El Cuerpo de Cristo es uno y no puede dividirse y es nuestro mayor gozo y privilegio testificar de esta unidad en las iglesias locales. Nuestro testimonio es único, pues sólo puede existir en el terreno genuino de la unidad del cual participamos en las iglesias locales como nuestra herencia bendita. Si perdemos nuestra unidad, perdemos nuestro testimonio como el único recobro del Señor en la tierra, ya que esta unidad es la que el Señor está recobrando hoy en día a fin de obtener Su plena expresión en Su Cuerpo corporativo el cual es Su aumento y agrandamiento en la humanidad.

En Su sabiduría, el Señor no nos dejo sin un símbolo práctico de esta unidad. El símbolo de la unidad que disfrutamos puede verse en el pan en la mesa del Señor el cual no sólo significa el cuerpo físico de Jesús dado en Su muerte a fin de que tengamos redención, sino también el Cuerpo místico del Señor que fue producido mediante Su resurrección para Su única expresión. Cuando participamos del pan de la mesa del Señor nos identificamos con el Cristo crucificado y resucitado y también con Su Cuerpo universal, y declaramos al mundo entero que somos uno, que estamos separados de toda división. Por lo tanto, participar del pan es tocar el corazón del Señor, ya que el pan y nuestra común participación en ese pan tocan el Cuerpo del Señor, por el cual Él dio Su vida.

Lamentablemente, no todos entre nosotros atesoran la unidad del Cuerpo de Cristo y aun algunos se han levantado para oponerse por medio de establecer "mesas" separadas en total indiferencia al sentir del Cuerpo. En años recientes, el hermano Dong Yu Lan y sus colaboradores han mostrado tal indiferencia tanto por el testimonio apropiado del Señor como por la unidad que la gran mayoría en el recobro del Señor se esfuerza por mantener. Han establecido muchas reuniones independientes de "la mesa", a menudo en localidades donde ya existen iglesias locales apropiadas. Muchos santos han sufrido considerablemente bajo esta influencia y se han abstenido de participar del pan y de la copa en sus localidades debido a que han comprendido que el pan allí ya no puede simbolizar el Cuerpo único de Cristo, sino que llegado a ser un pan sectario. Existe ahora la posibilidad para aquellos que han salido de la influencia de la obra de Dong Yu Lan de establecer precipitadamente sus propias "mesas" aparte de la comunión del Cuerpo y de esta manera corren el riesgo de causar un daño aún mayor al testimonio del Señor. Que el Señor utilice este artículo, el cual presenta extractos del ministerio de Watchman Nee y Witness Lee, para impresionar a aquellos que aman al Señor y son Sus buscadores con el hecho de que, establecer la mesa del Señor es un asunto de mucho peso el cual involucra no sólo a una localidad o un grupo de creyentes, sino a todo el Cuerpo universal de Cristo.

La mesa del Señor es un asunto de suma seriedad porque involucra al Cuerpo de Cristo

Establecer la mesa del Señor en una localidad es un asunto que debe ser tomado con suma seriedad porque involucra al Cuerpo de Cristo el cual es el deseo del corazón del Señor. Establecer una "mesa" en una ciudad donde ya existe una iglesia local apropiada es especialmente ofensivo al Señor:

Establecer iglesias según nuestros propios deseos es el pecado más grande. Debemos temer más fundar una iglesia que hacer cualquier otra cosa. Hermanos, ¿ven ustedes la gravedad de este asunto? Nada es peor que establecer iglesias según nuestros deseos. Ustedes pueden fundar cualquier cosa, pero nunca deben fundar una iglesia, porque esto implica el problema del Cuerpo de Cristo. Todos debemos tener un entendimiento claro ante Dios acerca de este asunto. Por esta razón a dondequiera que vayamos, primero debemos procurar averiguar si existe o no una iglesia en esa localidad. No es asunto de si la iglesia allí es fuerte o no. Ese es otro asunto. No importa si la iglesia allí es espiritual o no. Ese es un asunto secundario. Si hay una denominación en este extremo y una Iglesia Católica Romana en el otro extremo, si hay muchas iglesias en una localidad o una iglesia en muchas localidades, entonces podemos ver que no hay iglesia en esa localidad y podemos establecer una iglesia allí. Debido a que la iglesia es local, no es ni congregacionalismo ni unionismo. Si ya hay una iglesia local en una localidad, nunca debemos establecer una segunda iglesia. Debemos temer establecer otra mesa para el partimiento del pan. Esta es una cosa terrible. (Watchman Nee, Platicas adicionales sobre la vida de la iglesia, págs. 131-132)

Debido a que el pan en la mesa del Señor tipifica el Cuerpo único de Cristo debemos examinarnos a nosotros mismos para ver si estamos involucrados o no en cualquier división. Si participamos del pan de una manera divisiva y fracasamos en discernir el Cuerpo, dañaremos el testimonio del Señor y acarrearemos Su juicio por participar del pan y de la copa de una manera indigna (1 Co. 11:27-29).

Todos necesitamos discernir el Cuerpo místico de Cristo. Cada vez que tocamos el pan en la mesa del Señor, debemos darnos cuenta de que el pan representa el Cuerpo único. Debido a que el pan representa el Cuerpo místico, no debe haber divisiones entre nosotros. Si aún existen divisiones entre nosotros y participamos del pan, no será de beneficio para nosotros sino una pérdida. (Witness Lee, The Spirit and the Body, pág. 215)

Cuando participamos de cualquier pan en la mesa que es llamada la mesa del Señor, debemos discernir cuidadosamente si ese pan representa el Cuerpo universal sin divisiones de Cristo o no. Si no es así, no debemos de participar de ese pan. (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, pág. 58)

Nunca consideren la división como algo insignificante. Tenemos que participar de la mesa del Señor de una manera reverente y con temor, no vaya a ser que toquemos el Cuerpo del Señor sin discernimiento. Necesitamos discernir que aquello en lo que participaremos es el único Cuerpo de Cristo. En este único Cuerpo no puede haber ninguna división. Si no estoy involucrado en división, entonces tendré la paz y una conciencia clara para tocar el Cuerpo del Señor. (Witness Lee, The Spirit and the Body, pág. 215)

Debido a que la mesa del Señor es un asunto de suma seriedad, nunca debemos establecer precipitadamente la mesa sin la comunión apropiada del Cuerpo, tanto local como universal, y sin el aprecio apropiado por la unidad de la iglesia como el Cuerpo universal de Cristo.

El terreno apropiado de la iglesia

A fin de ser salvaguardados de la división y así poder participar de la mesa del Señor en la única comunión del Cuerpo universal de Cristo, existe la necesidad de que la iglesia local mantenga su posición en el terreno apropiado, que es el terreno de la unidad. El Nuevo Testamento revela que el terreno de la iglesia está constituido de tres elementos cruciales: la unidad única del Cuerpo universal de Cristo, el único terreno de la localidad y la realidad del Esp íritu de unidad.

El primer elemento de la constitución del terreno de la iglesia es la unidad única del Cuerpo universal de Cristo, la cual es llamada "la unidad del Espíritu" (Ef. 4:3). Esta es la unidad por la cual el Señor oró en Juan 17. Esta es una unidad de la mezcla del Dios Triuno procesado y de todos los creyentes en Cristo. Esta unidad es en el nombre del Padre (Jn. 17:6, 11), el cual denota la persona del Padre, en la cual está la vida del Padre. Esta unidad es incluso en el Dios Triuno mediante la santificación por Su santa palabra como la verdad (Jn. 17:14-21). Esta unidad es finalmente en la gloria divina para la expresión del Dios Triuno (Jn. 17:22-24). Tal unidad fue impartida en el espíritu de todos los creyentes en Cristo, en su regeneración por el Espíritu de vida con Cristo como la vida divina; esta unidad ha venido a ser el elemento básico del terreno de la iglesia.

El segundo elemento del terreno de la iglesia es el terreno único de la localidad, en el cual una iglesia local se establece y existe. El Nuevo Testamento nos presenta un cuadro claro de que todas las iglesias locales, como expresión de la iglesia universal —el Cuerpo universal de Cristo— están ubicadas en sus ciudades respectivas. Así que, vemos la iglesia en Jerusalén (Hch. 8:1), la iglesia en Antioquía (Hch. 13:1), la iglesia en Cencrea (Ro. 16:1), la iglesia en Corinto (1 Co. 1:2), y las siete iglesias en Asia, en siete respectivas ciudades (Ap. 1:4, 11). Cada ciudad, constituye los límites en los cuales una iglesia existe, el cual es el terreno local de esa iglesia. Tal terreno, la localidad, siendo único, impide que la iglesia sea dividida por muchos diferentes asuntos que sirven de terrenos o bases diferentes, tal como en el caso de las denominaciones divisivas que están divididas: tales como los bautistas, los presbiterianos, los luteranos, los metodistas y los episcopales.

El tercer elemento del terreno de la iglesia es la realidad del Espíritu de unidad, que expresa la unidad única del Cuerpo universal de Cristo, con base en el terreno único de localidad de una iglesia local. En pocas palabras, el tercer elemento del terreno de la iglesia es la realidad del Espíritu, quien es la realidad viviente de la Trinidad divina (1 Jn. 5:6; Jn. 16:13). Es por medio de este Espíritu que la unidad del Cuerpo de Cristo se hace real y viviente. También es por medio de este Espíritu que el terreno de la localidad se aplica en vida y no en legalismo. Y es por este Espíritu que el terreno genuino de la iglesia está ligado al Dios Triuno (Ef. 4:3-6). (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, págs. 28-29)

Con el fin de evitar una situación de división y confusión es imprescindible que cuidemos apropiadamente de estos tres elementos cruciales para mantener, sin división alguna en la práctica, la unidad genuina de la iglesia (Ef. 4:3). Al tener estos tres elementos del terreno de la iglesia como base, es claro que el terreno de la iglesia, que es el terreno de la unidad, no es sólo local sino también universal. De los tres elementos del terreno de la iglesia tanto el primero como el tercero son del aspecto universal, no local. Con el objetivo de mantenernos apropiadamente como una iglesia local genuina debemos respetar de manera cabal el terreno de la iglesia tanto el aspecto local como el universal.

El terreno de la iglesia no debe tener solamente un aspecto local, sino también un aspecto universal. Conforme al aspecto local, el terreno de la iglesia es la localidad donde ésta se encuentra; pero desde la perspectiva universal, el terreno de la iglesia es la unidad genuina. Cristo tiene únicamente un solo Cuerpo. La unidad del Cuerpo de Cristo es el aspecto universal del terreno de la iglesia.

Supongamos que todas las iglesias locales que están en Corea son uno entre ellas mismas, pero no practican la unidad con las iglesias que se encuentran en otros continentes. En este caso, en las iglesias en Corea se manifiesta únicamente el aspecto local del terreno de la iglesia, el terreno de la localidad, más no el aspecto universal del terreno de la iglesia, el terreno de la unidad del Cuerpo de Cristo. En todo el universo, Cristo únicamente posee un solo Cuerpo. Todas las iglesias locales que se hallan en los seis continentes —Norte América, Sur América, Europa, África, Australia y Asia— son un solo Cuerpo. Éste es el aspecto universal del verdadero terreno de la unidad.

La iglesia es una sola en relación con el aspecto local, el cual está basado en la localidad o ciudad donde ésta se encuentre, y es una sola universalmente, con respecto al único Cuerpo de Cristo. Tal unidad, tanto a nivel local como universal, constituye el verdadero terreno de la iglesia. (Witness Lee, Vital Factors for the Recovery of the Church Life, págs. 52-53)

Finalmente, necesitamos ver que el terreno genuino de la unidad está en nuestro espíritu humano regenerado. Si intentamos permanecer en el terreno de la unidad de una manera mental sin estar en el espíritu, haremos del terreno de la unidad un factor de división.

Al leer algunos de los libros que hemos publicado, hoy en día algunos queridos santos han tomado la enseñanza del terreno de la localidad. Sin embargo, para ellos el terreno de la localidad puede que sea algo que tienen en la mente. De este modo, aun el terreno de la unidad llega a ser un factor divisivo. El terreno de la unidad es para unir, no para dividir, pero si tomamos el terreno de la unidad en nuestra mente y lo convertimos en un asunto mental, inmediatamente viene a ser un factor divisivo. En cambio, necesitamos volvernos al espíritu … El recobro sólo es posible en nuestro espíritu. (Witness Lee, Enjoying the Riches of Christ for the Building Up of the Church as the Body of Christ , pág. 188)

Un asunto del terreno, no de la condición

La condición de una iglesia local puede cambiar por lo tanto, reconocer a una iglesia local genuina no depende de su condición sino en que mantenga el terreno apropiado.

El terreno, no la condición, preserva a la iglesia de ser dividida. El terreno único —la unidad única del Cuerpo de Cristo, más el terreno único de la localidad— preserva a la iglesia de ser dividida. Es posible que la condición de cierta iglesia sea buena, pero eso no asegura que el terreno de esa iglesia sea correcto. Quizá la condición de una iglesia local no sea buena, sin embargo, sigue siendo una iglesia local genuina siempre y cuando se mantenga en la base genuina de la unidad del Cuerpo. Por otro lado, tal vez una iglesia local tenga una condición alta, pero es una división, es decir, una secta local, mientras no cuide de la base genuina de la unidad del Cuerpo de Cristo expresado en su localidad. (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, pág. 54)

Las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3 se diferenciaban en su condición. De hecho, cinco de esas iglesias estaban en condiciones de bastante degradación. Sin embargo, el Señor las reconoció como iglesias locales genuinas teniendo como base no su condición sino su posición en el terreno apropiado.

Manifestaciones que caracterizan a una iglesia local genuina

Existen manifestaciones específicas para determinar si una iglesia es una iglesia local genuina. Un grupo de creyentes debe pasar las seis pruebas antes de que se les reconozca como una iglesia apropiada en la localidad. (Véase Witness Lee, Young People's Training, pág. 185-198; The Spirit and the Body, pág. 210-214; Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, págs. 55-57)

No llevar ningún nombre especial

Una iglesia local no debe tener otro nombre que no sea el nombre del Señor Jesús quien es nuestro esposo (1 Co. 1:10, 2 Co. 11:2). Tomar cualquier otro nombre es cometer fornicación espiritual y llegar a ser una denominación.

No tener una enseñanza o práctica especial

Una iglesia local no debe tener ninguna enseñanza o práctica especial. Las denominaciones tienen sus enseñanzas y prácticas particulares como el lavamiento de los pies, el hablar en lenguas, o una manera en especial de bautizar. Ellos reciben a los creyentes basándose en una enseñanza o práctica especial no por fe en el Señor Jesucristo. Somos sectarios si insistimos en cualquier otra cosa aparte de la fe común cristiana como el terreno para que recibamos a los creyentes (Tit. 1:4, 2 P. 1:1; Ro. 14:1, 15:7).

No tener una comunión especial

Como cristianos hemos sido llamados a la comunión del Hijo de Dios (1 Co. 1:9). Las denominaciones tienen una comunión especial que es más limitada que la comunión del Hijo de Dios. Los que están en las denominaciones se restringen a tener comunión sólo con aquellos que apoyan sus prácticas o doctrinas particulares y exclusivistas. Una comunión especial es sectaria y debemos rechazarla.

No tener una administración separada

Una iglesia local tiene un solo ancianato con una sola administración (Hch. 14:23; Tit. 1:5). Un grupo cristiano quizás no tenga un nombre especial, una enseñanza o práctica en particular o una comunión especial pero si tiene su propia administración separada de la administración única de la iglesia en su localidad, ese grupo es una secta y debe reconocerse como tal.

Estar dispuesto a tener comunión con todas las iglesias locales en el Cuerpo universal de Cristo

Una iglesia local genuina debe permanecer en la comunión universal del Cuerpo de Cristo que es la comunión del Espíritu (2 Co. 13:14). Para permanecer en esta comunión una iglesia local debe estar dispuesta a abrirse para tener comunión con todas las iglesias locales en la tierra. Si una iglesia local se aísla de las otras iglesias locales se convierte en una secta local.

No tener conexiones ocultas con otras organizaciones

Un grupo puede aprobar todas las pruebas anteriores y aparentar ser una iglesia local auténtica. Sin embargo, si ese grupo tiene conexiones ocultas con otras organizaciones también es sectario.

Antes de establecer la mesa del Señor en nuestra localidad debemos considerar cuidadosamente si existe otro grupo de creyentes en nuestra localidad que haya pasado las seis pruebas anteriores. Si es que existe tal grupo, no tenemos otra opción que reconocerlos como una iglesia local genuina en nuestra localidad. En este caso, no tenemos la libertad de establecer otra "mesa" en nuestra ciudad. Si no existe tal grupo y si nosotros mismos aprobamos cada una de las seis pruebas para reconocer a una iglesia local genuina tendremos la libertad de tomar el terreno de la iglesia sobre el terreno de la unidad y comenzar la mesa del Señor. Sin embargo, no debemos hacer esto en una forma precipitada o aislada. Debemos hacerlo teniendo comunión con las iglesias cercanas y los colaboradores en el recobro del Señor, ambos representan el Cuerpo de Cristo. Antes de establecer la mesa del Señor debemos estar seguros de que lo estamos haciendo en comunión con el Cuerpo universal de Cristo.

La comunión del Cuerpo de Cristo

La comunión en el Cuerpo de Cristo es la circulación del Espíritu en el Cuerpo, en los miembros y entre de ellos, de la misma manera que la sangre fluye en el cuerpo humano. No es una comunión especial de una doctrina o de prácticas particulares, sino el fluir de la vida divina dentro de los miembros del Cuerpo y entre ellos. Si queremos tener la práctica apropiada de la vida de iglesia, debemos tener un entendimiento apropiado de la comunión del Cuerpo de Cristo.

La comunión de los apóstoles

La comunión del Cuerpo de Cristo es la comunión de los apóstoles la cual se basa en la enseñanza de los apóstoles y es el resultado de esta enseñanza.

La comunión del Cuerpo de Cristo es la comunión de los apóstoles, la comunión divina entre todos los creyentes y el Dios Triuno. La expresión la comunión de los apóstoles se usa en Hechos 2:42: "Y perseveraban en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles" (gr.). Luego en 1 Juan 1:3 se nos dice que la comunión de los apóstoles no es meramente con nosotros, los creyentes, sino también con el Padre y con el Hijo. Aquí Juan no mencionó al Espíritu directamente, porque él estaba hablando en el Espíritu. El Espíritu ya estaba allí. La comunión de los apóstoles es la comunión del Cuerpo de Cristo, la comunión divina entre todos los creyentes y el Dios Triuno.

La comunión de los apóstoles se basa en la enseñanza de los apóstoles. La comunión siempre viene después de la enseñanza. Si no hay enseñanza, la comunión no tiene elemento ni esfera. En realidad, la enseñanza es el elemento y la esfera de la comunión. Por la misericordia del Señor, hoy en el recobro del Señor nosotros estamos bajo la enseñanza de los apóstoles y en la comunión de los apóstoles. La comunión del recobro, en la cual estamos, es la comunión de los apóstoles que ha sido recobrada. Esta comunión se había perdido, pero ha sido recobrada. Hoy estamos en la comunión de los apóstoles, la cual es la comunión del recobro del Señor. (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, págs. 40-41)

Cualquier enseñanza que difiere de la única enseñanza de los apóstoles acerca de la economía neotestamentaria de Dios (1 Ti. 1:3-4) produce una comunión sectaria que a la larga conduce a la división.

La comunión para el único recobro del Señor

La comunión de los apóstoles que disfrutamos hoy es la comunión para el único recobro del Señor en el que sólo hay una obra para llevar a cabo el único el ministerio neotestamentario a fin de edificar el único Cuerpo de Cristo.

Siempre tenemos que recordar que estamos en el recobro del Señor y que Su recobro es único. No hay otro recobro, así como no hay otro Cuerpo de Cristo ni otro Nuevo Testamento. La comunión de los apóstoles es la comunión para este recobro único, el recobro del Señor. Cuando vemos que en el recobro ocurre algo que no está bien, necesitamos tener este tipo de comunión y también una actitud apropiada…. Cuando vemos algo malo en el recobro o en una de las iglesias locales, debemos tratar de hacer todo lo posible por resolver la situación por medio de la comunión para que la situación pueda mejorarse y corregirse. Si hay algo malo, podemos, y debemos tener comunión y orar juntos y así buscar la dirección del Señor con el fin de mejorar la situación para beneficio de todos los santos. Esto será de gran ayuda para el recobro del Señor.

No debemos tener el concepto de que podemos hacer una obra específica según nuestra propia manera en el recobro. Tal vez seamos muy dotados y tengamos una gran capacidad para producir algo. Pero lo que produzcamos puede ser lo mismo que lo que produzcan las personas del mundo al realizar cierta empresa. Nosotros tenemos que entender que en el recobro del Señor hay una sola obra. (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, págs. 41-42)

La necesidad de tener comunión entre las iglesias a fin de mantener la unidad universal del Cuerpo de Cristo

Con el fin de mantener la unidad universal del Cuerpo de Cristo, es imprescindible que las iglesias disfruten de la comunión unas con otras, lo cual es el disfrute de la circulación de la vida divina entre las iglesias. Cuando tenemos la circulación apropiada, los gérmenes de la división desaparecen y somos guardados en una condición saludable. Si aislamos nuestra localidad o tenemos territorios separados en la obra, causaremos división en el Cuerpo y perderemos nuestro testimonio de unidad.

Algunos hermanos tal vez tengan miedo de que otros vengan a visitarlos. Pero lo que necesitamos hoy entre las iglesias es más circulación divina, más comunión. Hay cerca de cincuenta iglesias en California, pero no hay mucha comunión entre ellas. Aquí se encuentra nuestra deficiencia, y es por esto que somos débiles. La circulación nos ayuda y ayuda a otros; ayuda a todos en el Cuerpo. Necesitamos la comunión. Esta comunión es la comunión de los apóstoles, la cual es la comunión del recobro hoy. La comunión hoy entre nosotros es la comunión de los apóstoles que ha sido recobrada.

Todas las iglesias que hay sobre la faz de la tierra son parte del recobro del Señor. No debe haber fronteras de separación entre las iglesias. Anteriormente algunos colaboradores pensaban que cierta región era su territorio. Pero nosotros debemos ver que no es saludable ni provechoso en el recobro del Señor que algunos tengan fronteras en cuanto a su obra. La única frontera es la frontera del recobro. No debemos decir: "Esta es mi iglesia; o aquélla es la obra en mi jurisdicción". Solamente tenemos una obra. Dicha obra es la obra del recobro, la cual está basada en la enseñanza de los apóstoles. El remedio al problema de las llamadas fronteras y jurisdicciones entre las iglesias, es la comunión. No debemos tener el concepto de que la visita de otros a nuestra localidad puede perturbar la obra. No tenemos necesidad de defender nuestra obra. Nuestra obra es la obra del Señor, la cual es la obra del recobro. Necesitamos la debida comunión entre todas las iglesias de todas las naciones, y necesitamos una visión clara en cuanto a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión de los apóstoles.

Esta comunión tiene como fin guardar la unidad universal del Cuerpo de Cristo (Jn. 17:11b, 20-23; Ef. 4:3-6). Efesios 4:3 nos encarga que seamos solícitos en mantener la unidad del Espíritu. Podemos guardar esta unidad porque ya la poseemos. Tenemos esta unidad; así que, sólo la tenemos que guardar. Independientemente de cuán débiles seamos, tenemos esta unidad. Esto se debe a que todavía tenemos la circulación de la "sangre", es decir, la circulación del Espíritu. Si no tuviéramos esta circulación, estaríamos espiritualmente muertos. Mientras tengamos vida, no importa cuán débiles seamos, tenemos esta unidad. Es la posesión de cada creyente. Así que lo que necesitamos, es simplemente guardar esta unidad. Cuando guardamos esta unidad, estamos en la única comunión del recobro del Señor. (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, págs. 45-46)

La comunión de las iglesias locales

Las iglesias locales son las muchas expresiones locales del Cuerpo universal de Cristo. A pesar de que geográficamente están alejadas las unas de las otras, no pueden ser divididas. Con el fin de mantener la comunión universal del Cuerpo de Cristo, es menester que las iglesias locales tengan comunión con todas las iglesias locales genuinas en toda la tierra.

Cada iglesia local debe tener comunión con todas las iglesias locales genuinas en toda la Tierra a fin de guardar la comunión universal del Cuerpo de Cristo. Si alguna iglesia no guarda la comunión universal del Cuerpo de Cristo, entonces es divisiva y se convierte en una secta local. Algunas llamadas iglesias locales no son genuinas y se han convertido en divisiones; nosotros no tenemos que mantener comunión con tales "iglesias". Pero sí debemos tener comunión con todas las iglesias locales genuinas en toda la tierra para guardar la comunión universal del Cuerpo de Cristo. De no ser así, ya no somos una iglesia sino una secta. Una iglesia es aquella que se mantiene en el Cuerpo; una secta es un grupo de creyentes que se separa del Cuerpo. Cuando mi brazo se mantiene en el cuerpo, es parte de mi cuerpo viviente; pero si es cortado y separado de mi cuerpo, se convierte en algo muerto. (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, pág. 47)

Cómo tratar con las divisiones

Es trágico que algunas iglesias se hayan separado a sí mismas de la comunión de todas las iglesias locales y se hayan convertido en sectas divisivas. Al considerar cómo tratar con las divisiones en primer lugar, debemos considerar las iglesias aisladas como sectas en división con base no en su condición sino en el terrero inapropiado que han tomado. Además, debemos discernir la manera de tratar con los que se han relacionado con las divisiones o han sido infectados por los gérmenes de la división.

No debemos recomendarle a ningún creyente de las iglesias locales que participe en las reuniones y actividades de esas divisiones. No obstante, puede darse el caso de que algunos asistan a las reuniones de la mesa del Señor en una iglesia local y después de participar de la mesa, vayan a una reunión de los disidentes a escuchar un mensaje. Si algún creyente de las iglesias locales asiste a las reuniones y participa en las actividades de estas sectas, las iglesias locales no deben apartarlo de la comunión de la iglesia mientras él no sea infectado ni promueva algo que sea divisivo. Nuestro trato con tal persona depende de si él ha sido infectado por los "microbios" de la división o no, y de si él está transmitiendo los microbios a otros o no. Si él está transmitiendo esos microbios, debemos advertirle que no lo haga. No podemos tolerar ningún microbio que cause división.

Si algún creyente que se reúne con cualquiera de estos grupos sectarios asistiera a las reuniones de las iglesias locales, o tuviera contacto con los creyentes que se reúnen en las iglesias locales, no debe ser rechazado, siempre y cuando no promueva nada divisivo.

Sin embargo, cualquier persona que insista en promover estas divisiones sectarias se debe considerar divisiva y debe ser rechazada después de la primera y la segunda amonestaciones (Tit. 3:10). Yo creo que ésta es la manera justa y bíblica de tratar con las divisiones que se han separado de las iglesias locales genuinas y que han quebrantado la comunión del Cuerpo de Cristo. En todo caso, según la enseñanza de los apóstoles en el Nuevo Testamento, a todo aquel que causa divisiones, que es divisivo y transmite "microbios" de división, o sea, que es partidista, sectario, lo debemos rechazar (Tit. 3:10) y debemos apartarnos de él (Ro. 16:17). (Witness Lee, Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, págs. 51-52)

Discernir el Cuerpo

Si vamos a participar de la mesa del Señor, debemos discernir el Cuerpo y examinarnos para ver si estamos involucrados en cualquier división. Nuestro testimonio depende de nuestro discernimiento del Cuerpo.

El recobro del Señor no es un movimiento ni tampoco una división. Todos, de todas las edades, tienen que estar juntos en armonía. No somos una división y no existe ninguna división entre nosotros. Más bien, somos el testimonio del un solo Cuerpo y del un solo Espíritu. Cada vez que venimos a la mesa del Señor, le declaramos a todo el universo que somos uno, que hemos salido de la división, y que no existe división entre nosotros. Cuando tocamos el único pan, el cual representa el único Cuerpo de Cristo en el universo, necesitamos que nuestra conciencia dé testimonio de que no estamos involucrados en ninguna división. Si no tenemos una conciencia clara en cuanto a la división cuando tocamos la mesa del Señor, sufriremos, ya que comeremos y beberemos sin discernir el Cuerpo. Esto no será de beneficio para nosotros. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que cada vez que vengamos a la mesa del Señor, ejercitemos nuestra conciencia y determinemos si estamos involucrados en algo que cause división o no.

Debido a que hoy es un tiempo de confusión y división, tenemos que discernir cuál grupo de cristianos es el testimonio genuino del único Cuerpo. Entonces nosotros mismos necesitamos la seguridad de que no existe ninguna semilla de división ni fuente de división entre nosotros. Si no hay división entre nosotros, nuestra conciencia estará clara y seremos un testimonio firme del Cuerpo del Señor para el universo. Entonces la bendición del Señor estará sobre nosotros. (Witness Lee, The Spirit and the Body , págs. 215-216)

-- compilado por Tony Espinosa y Bob Danker

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